jueves, 21 de marzo de 2013

~Las Tres "R"~

  
 
 
Las Tres "R"
 
 
 
La regla de las tres erres, también conocida como las tres erres de la ecología o simplemente 3R, es una propuesta sobre hábitos de consumo, popularizada por la organización ecologista Greenpeace, que pretende desarrollar hábitos generales responsables como el consumo responsable. Este concepto hace referencia a estrategias para el manejo de residuos que buscan ser más sustentables con el medio ambiente y específicamente dar prioridad a la reducción en el volumen de residuos generados. Durante la Cumbre del G8 en junio de 2004, el Primer Ministro del Japón, Koizumi Junichiro, presentó la Iniciativa tres erres que busca construir una sociedad orientada hacia el reciclaje. En abril de 2005 se llevó a cabo una asamblea de ministros en la que se discutió con Estados Unidos, Alemania, Francia y otros 20 países la manera en que se puede implementar de manera internacional acciones relacionadas a las tres erres.
Reducir
Si reducimos el problema, disminuímos el impacto en el medio ambiente. Los problemas de concientización, habría que solucionarlos empezando por ésta erre. La reducción puede realizarse en 2 niveles: reducción del consumo de bienes o de energía. De hecho, actualmente la producción de energía produce numerosos desechos (desechos nucleares, dióxido de carbono...). El objetivo sería:

  • Reducir o eliminar la cantidad de materiales destinados a un uso único (por ejemplo, los embalajes).
  • Adaptar los aparatos en función de sus necesidades (por ejemplo poner lavadoras y lavavajillas llenos y no a media carga).
  • Reducir pérdidas energéticas o de recursos: de agua, desconexión de aparatos eléctricos en stand by, conducción eficiente, desconectar transformadores, etc.
Ejemplo: reducir la emisión de gases contaminantes, nocivos o tóxicos evitará la intoxicación animal o vegetal del entorno si llega a cotas no nocivas. Países europeos trabajan con una importante política de la reducción, y con el lema: La basura es alimento (para la tierra) producen productos sin contaminantes (100% biodegradables), para que cuando acabe su vida útil no tenga impacto en el medio, o éste sea lo más reducido posible.


Reutilizar

Segunda erre más importante, igualmente debido a que también reduce impacto en el medio ambiente, indirectamente. Ésta se basa en reutilizar un objeto para darle una segunda vida útil. Todos los materiales o bienes pueden tener más de una vida útil, bien sea reparándolos para un mismo uso o con imaginación para un uso diferente.
Ejemplos: Utilizar la otra cara de las hojas impresas, rellenar botellas.

Reciclar

Ésta es una de las erres más populares debido a que el sistema de consumo actual ha preferido usar envases de materiales reciclables (plásticos y bricks, sobre todo), pero no biodegradables. De esta forma se necesita el empleo de personal y energía en el proceso.
Ejemplo: El vidrio y la mayoría de plásticos se pueden reciclar calentándolos hasta que se funden y dandoles una nueva forma. Es como utilizar algo de su principio, aunque la eficiencia no es del cien por cien en general. En el caso del vidrio en concreto, sí es completamente reciclable: de una botella se podría obtener otra botella.
las botellas antes de botarlas ocuparlas para el agua,refresco,ect....


 
~Cuida Tu Planeta~

~Derechos Humanos~




 
     ~Derechos Humanos~
 
 
Para muchos de los pueblos indígenas en América Latina y el Caribe, los alimentos son los engranajes que permiten que giren ciertas las ruedas de la creación; por ello, sus creencias, rituales, cánticos, preparaciones y ofrendas de comida son inseparables de su relación con Dios. Uno de los más antiguos mitos Mesoamericanos narra que el mundo fue creado por los dioses del maíz, quienes a un tiempo crearon a la humanidad y le dieron comida para su sustento.

Tal como lo entendieron todas las culturas antiguas, los alimentos representan el primer pacto del cosmos con la vida y con el hombre y son el sello de su admisión y pertenencia al mundo de lo existente. Los alimentos fueron así entendidos en su dimensión espiritual porque significaban, ante todo, el don que lo sagrado le otorgaba a la vida. El alimento es el primer lenguaje, la primera palabra y es sólo a partir de ese lenguaje y de esas palabras, que entra el hombre en relación con otros hombres y con Dios.


En la concepción maya, el maíz es sagrado por ser la fuente de la vitalidad y una parte central de su cultura; por eso, no podía comercializarse bajo ninguna circunstancia y el hacerlo hubiese sido considerado una traición al propio cuerpo y a la propia alma. Esta y otras creencias generan una armonía fundamentada en los derechos naturales, donde la certeza de la solidaridad hace innecesaria y obvia cualquier declaración.



Con la llegada de la edad moderna, la vieja armonía se rompe perdiéndose igualmente aquella dimensión religiosa y mágica y, con ella, también la infinidad de sueños con la que los pueblos antiguos entendieron su propia aparición en el mundo.
La historia moderna nos ha hecho despertar de los mitos: el chamán que invocaba a la lluvia ha desaparecido tras los satélites que predicen el tiempo y la tecnificación de la agricultura ha logrado quintuplicar la producción de alimentos en los últimos años. A veces, sin embargo, el despertar asemeja demasiado a una pesadilla.

A pesar de que el mundo alimenta hoy a más seres humanos que nunca antes en su historia, todavía cerca de 860 millones de habitantes de nuestro planeta pasan hambre. Y esa cifra aumenta en 4 millones de personas cada año.

Nuestra región no es una excepción. En su conjunto, América Latina y el Caribe producen alimentos suficientes para alimentar a su población y aun así todavía nueve millones de niños y niñas en América Latina y el Caribe se acuestan cada noche con hambre. Estos niños son parte de los 52 millones de personas –mayormente indígenas y afro-descendientes– para quienes la pobreza y el hambre siguen siendo factores determinantes de su vida cotidiana.
Cada 91 segundos, uno de estos niños olvidados muere en silencio en algún lejano rincón de la región, en lugares y bajo condiciones que, por accidente de nacimiento, muchos de nosotros jamás llegaremos a conocer; lugares afectados por huracanes, inundaciones, sequías, heladas o terremotos recurrentes, o simplemente, áreas aplastadas por la extrema pobreza, fuera de los límites del desarrollo, de las oportunidades y, a veces, de la atención del mundo desarrollado. Pero aunque no la presenciemos, la muerte de uno solo de esos niños por hambre es el fracaso de todos nosotros.
El hambre es el derrumbamiento de absolutamente todo; es el fracaso de la historia, de la política y de la economía.


El hambre es el derrumbamiento de absolutamente todo; es el fracaso de la historia, de la política y de la economía. Constatarla anula cualquier idea del progreso que pudiese tenerse y la sola imagen de alguien que muere su víctima transforma a la humanidad entera en sobrevivientes.
Esos 9 millones de niños y niñas que padecen hambre encarnan el abandono absoluto, el punto final de una cadena en la que todo ha fallado y es, en última instancia, la derrota infernal del amor.
Si yo les dijera que dos aviones 747 jumbo, repletos de niños latinoamericanos y caribeños se estrellarán sin dejar sobrevivientes cada día del año, año tras año, sin duda cambiaríamos nuestra actitud acerca de la aviación. Extrañamente, sin embargo, el hecho de que ese mismo número de niños mueren de desnutrición cada día en nuestra región, pasa desapercibido y no logra cambiar nuestra actitud acerca del hambre.

Y esto es -si cabe- más sorprendente en la segunda región del mundo -tras África- donde los niveles de religiosidad son más elevados (82%), y donde paradójicamente valores perennes como el amor al prójimo, la caridad o la solidaridad, brillan en ocasiones por su ausencia.
Ante la falta de interés en ocasiones me pregunto si la sociedad se ha acostumbrado a esta situación; si internamente aceptamos el problema del hambre como un mal que tenemos que consentir como endémico por que no tiene solución.
Pero el hambre no es una fatalidad. En ninguna ley, en ningún cromosoma, está escrito que deba ser así. Trabajando todos juntos, -la comunidad internacional, los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, la comunidad humanitaria y los grupos religiosos- podemos acabar con este problema en menos de una generación y hacer de América Latina y el Caribe una parte del mundo en donde el hambre sea solo un recuerdo.

    ~defiende tus derechos~